Pedro Horrillo, operado con éxito de sus fracturas de fémur y rótula
Pedro Horrillo no tiene lesiones cerebrales tras su grave caída del pasado sábado en el Giro de Italia, según confirmó el lunes 18, lo que hace que los médicos sean optimistas sobre la evolución del bravo corredor vasco.
El de Ermua continúa en pronóstico reservado, aunque su vida no corre peligro y su evolución es buena después de que la realización de un nuevo TAC, y de una resonancia magnética que también descartó lesiones en la médula ósea, y de la exitosa intervención del fémur y la rótula.
Por ello desde el hospital Riuniti de Bergamo, donde ya se encuentran su mujer, Lorena, y su padre, Angel, han indicado que las lesiones del español son reversibles y que podrá hacer "vida normal". "Todo hace creer que podrá volver a montar en bicicleta, pero no de forma profesional", señalaron desde el centro médico.
La operación de las fracturas de fémur, que estaba roto por 18 centímetros, y la rótula de la pierna izquierda, duró tres horas y fue necesario usar un soporte de titanio, aunque dentro de una semanas volverá a pasar por quirófano.
"Todo ha ido bien, la rótula estaba rota en diez fragmentos y ha sido recompuesta, Ya puede doblar la rodilla", señaló Lorena. "No dormí en toda la noche, tenía miedo de que me escondiesen la verdad, pero ahora estoy más tranquila", añadió la mujer del ciclista español, que en diez días podrá regresar a Bilbao.
Además, el corredor vasco recibió también la visita de Laura, la esposa de Óscar Freire, su compañero en el Rabobank, y del que es su ´escudero´ en los finales de etapa.
Horrillo salió el domingo del coma inducido en el que permanecía y consiguió mover sus extremidades, un día después de caerse por un barranco de 80 metros de altura durante el descenso del Culmine de San Pietro. De todos modos, sufrió un nuevo neumotórax y problemas respiratorios, de los que mejoró ostensiblemente.
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Saludos y buenos vientos
El viernes 14 de junio de 1968 salió de Falmouth el Suhaili, un pequeño queche, con una figura solitaria al timón: Robin Knox-Johnston, de veintinueve años. Diez meses y medio más tarde, un Suhaili oxidado, con la pintura desconchada y las velas rasgadas y marrones, volvió triunfalmente a Falmouth. Robin Knox-Johnston se había convertido en el primer hombre que había circunnavegado el mundo en solitario y sin escalas.
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