“Las probabilidades de chocar contra un barco son super raras. Toda la noche nos hemos cruzado con muchos barcos cargueros. Nuestro sistema AIS funciona super bien cuando los barcos están a 10 millas, la alarma suena, y eso me permite gestionar, cambiar la ruta del barco en caso de riesgo de colisión.
El problema es que no puede detectar a los que no disponen del sistema. Y es una trampa porque no hay el medio de poderlos avistar. Me acosté en el peor momento, pero aunque hubiera estado frente a la pantalla, en la hora que miras el tiempo, tampoco lo habría visto. Bastan 5 minutos.
No hubo llamada a la VHF. Creo que en el barco tampoco estaban vigilantes, estarían trabajando o durmiendo. En el momento del choque, me desperté de golpe, con un sobresalto. Oí a los tíos gritar pero ya era tarde. Subí al puente para impedir que el mástil se cayera. Por lo menos se salvó, pero bueno, tampoco sirvió de mucho.
No siento rabia contra los pescadores sino contra mi mismo, porque no debió suceder. No se podía prever, pero me da fastidio pensar que me acosté en el peor momento. El riesgo de colisión existe siempre en solitario, con los cargueros y pesqueros. Te puede pasar en Senegal, cabo Verde o en Brasil, por todas partes.
El barco está muy dañado. Toda la energía gastada estos años y meses para preparar todo esto, es terrible. Ya no hay el botalón a fuera, y un agujero delante del casco, pero el barco está seguro, sin problemas. Estabilicé el mástil.
Hay 17/18 nudos de viento, y voy directo a Cascais. Llegaré allí al final del día. Después ya pensaremos qué vamos a hacer. Otra vez abandonando la Vendée Globe tras dos días de regata... no es posible, no es posible”.
Saludos y buenos vientos