Veinte días después de iniciar la vuelta al mundo en solitario, el navegante portugalujo se aferra a la ópera, al rock y a los libros para hacer más llevadera su dura travesía
-Unai, ¿dónde se encuentra?
-Estoy en el 22º Sur y en el 29º Oeste. Esto es... A ver que lo miro... ¡A la altura de Río de Janeiro!
Unai Basurko ha pasado una mala noche. El parte meteorológico, disponible en internet y casi siempre infalible, le traicionó, y en plena oscuridad, con viento y lluvia, el aventurero tuvo que cambiar de planes. «Esperaba tener doce nudos de viento y hubo hasta treinta... Eso es lo peor que le puede pasar a uno. Había preparado la noche, había configurado el barco para un tipo de condiciones y luego me he encontrado todo lo contrario. Los partes normalmente aciertan, pero no en esta zona, de muchos chubascos. Las últimas horas han sido muy, muy duras. Dormí muy poquito. Tuve que arriar el génova grande. Era una maniobra que no tenía que hacer. Me llevó hora y media», detalla al teléfono el navegante vizcaíno al mediodía, hora peninsular, dos horas menos en las olas del Océano Atlántico sobre las que navega su velero, el 'Pakea Bizkaia'. Ya repuesto del último esfuerzo, tras superar el «diluvio», Basurko aprieta los dientes para atacar lo que le resta de una de las mayores aventuras a las que se ha enfrentado el hombre, la Vendée Globe, la vuelta al mundo a vela en solitario y sin escalas. 24.000 millas de desafíos y sufrimiento.
Tras veinte días de regata, le restan todavía 20.239 millas, según informaba al mediodía de ayer la página web de la competición. El marino ocupa la decimonovena posición entre los 25 supervivientes todavía en el mar, tras varios abandonos y un arranque muy accidentado. Navega a la estela de un pelotón que encabeza el líder, el francés Sébastien Josse.
La voz de Basurko se entrecorta. El viento y la lejanía convierten la llamada en una conversación intermitente. A ráfagas, se oye el relato del marino, cansado, pero con ganas de afrontar un día que pinta bien, en el que marcha «con buen rumbo» en busca de «condiciones más favorables» para acelerar. Su barco se dirige hacia zonas más frías. «He vuelto al gorro de lana. Llevaba tiempo sin llevarlo», bromea el portugalujo, que ya piensa en virar hacia el Este a la altura del Cabo de Buena Esperanza para dar la vuelta al mundo pasando por Australia, Nueva Zelanda y el Cabo de Hornos (Chile), antes de regresar a Europa, a Les Sables dŽOlonne (Francia), donde inició la travesía. Más de cien días en el mar, donde no siempre es fácil escapar del aburrimiento.
'El mono desnudo'
«Todavía no lo siento, pero llegará (el tedio)», asume el navegante, que desvela las armas con las que cuenta para hacer más llevadero su largo viaje. «Llevo mucha música. Por las mañanas, me gusta despertarme con ópera, con música clásica. Si estoy más animado, me pongo 'rock´n´roll'...». Y si todo falla, le queda la lectura: «Llevo a bordo quince libros. Ahora estoy leyendo 'El hijo del acordeonista'. Lo estoy disfrutando. Es el de Bernardo Atxaga. El segundo que leo en la Vendée Globe. El primero fue 'El mono desnudo', de (Desmond) Morris». En esa obra, el autor, un científico inglés, zoólogo y etólogo, describe al ser humano como un primate. Durante décadas, el libro ha sido toda una referencia para explicar de forma sencilla la teoría de Darwin. Lo argumenta el escritor en la introducción: «Hay ciento noventa y tres especies vivientes de simios y monos. Ciento noventa y dos de ellas están cubiertas de pelo. La excepción la constituye un mono desnudo que se ha puesto a sí mismo el nombre de Homo sapiens». Reflexiones con las que el vasco, al son de las olas, se zampó las primeras millas del reto.
«Lo bueno», prosigue Basurko vía satélite, «es que a bordo no hay mucha rutina. Intento dormir a la noche. Siempre medias horas, siestas, nunca de un tirón... No se puede. Luego, por el día, me preocupo más en la navegación, en arreglar lo que se haya roto, estudiar la meteorología, hablar con mi equipo, atender a la Prensa...».
La insistente humedad
De momento, al navegante le preocupa más la humedad. «Ahora es altísima. De un 82 por ciento. La sensación es... Imagínate cuando te bañas en el mar 24 horas. Te quedas arrugado, ¿no? Pues igual aquí», pormenoriza el navegante. El peligro entonces, señala el marinero de Portugalete, son las llagas. «Para evitarlas, me doy agua dulce, que todos llevamos a bordo, y me seco. Hay que cuidarse, limpiarse, Si no, salen heridas».
¿Y cómo le va a su velero tras veinte días de aventura? ¿Sufre o aguanta? «El 'Pakea Bizkaia' sigue estando bien», responde Unai. «Es importante no hacerle sufrir estos días. Vamos bien, con buen rumbo y con viento favorable», se felicita el patrón, que tiene claro cuál es su misión y la del equipo que dirige en su segunda vuelta al mundo a vela en solitario, la Vendée Globe. Una regata que sólo han completado 41 navegantes. En fin, un juego a vida o muerte para muchos que Basurko no convierte en una ruleta rusa: «Mi regata es acabar».
"No me han adelantado", dice el vizcaíno
El mapa actualizado en tiempo real de la página en internet de la Vendée Globe señalaba el viernes que Unai Basurko había sido adelantado. Según la web de la organización de la regata, el marino vasco pasaba de la decimoctava posición a la decimonovena tras ser superado por el británico Steve White. Sin embargo, no deja de ser una situación virtual. Real sobre el papel; dudosa en el mar, donde las distancias, los límites y las referencias resultan difíciles de dibujar.
«No me han adelantado», explicó ayer Unai preguntado por su situación en carrera. «Las posiciones las marca el líder. Así, si uno se acerca más a él, adelanta posiciones, pero no es real. Yo sigo igual. La velocidad que llevo es muy buena. Voy mejor que Steve White, que es lo importante».
Saludos y buenos vientos
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