Dominique y Michèle controlan la caida definitiva del palo.
Roto en un primer momento en el cuarto superior, el mástil del Mirabaud se ha caído ya por completo, bajo control y con la ayuda activa de los dos copatrones. Tras el paso de un fuerte temporal previsto para las próximas horas, éstos erigirán un aparejo de fortuna.
Probablemente el palo del Mirabaud se ha roto a consecuencia de la ruptura de la cruceta superior. La ruptura se ha producido a siete metros de la perilla del mástil, y el trozo suelto ha golpeado con dureza, durante más de dos horas, la parte inferior. Las velas aún estaban en su sitio, pero ya no se podían controlar. Los golpes de la parte superior del palo han acabado rompiendo las crucetas inferiores y han convertido el resto del mástil en un peligroso espagueti, que acabaría por romperse fatalmente.
Dominique y Michèle han preparado entonces la caída final del palo, haciendo escorar el barco ayudando al mástil a caerse, acelerando así el desenlace fatal pero controlándolo. La operación se ha saldado con algunos candeleros rotos, pero el casco y la cubierta no parecen haber sufrido.
Los copatrones del Mirabaud han conseguido salvar la botavara, que pronto servirá para erigir un aparejo de fortuna. Una operación que se ha pospuesto unas horas, pues en las próximas horas se espera un viento duro. Cuando haya pasado, Dominique y Michèle podrán erigir un aparejo que les ayude a avanzar, seguramente en dirección a Argentina.
Contactado inmediatamente después de la rotura del mástil, el meteorólogo Marcel Van Triest está evaluando las distintas opciones e indicará a los navegantes del Mirabaud qué rumbo seguir y hacia dónde dirigirse, a la vista de la previsión meteorológica.
Los dos navegantes del Mirabaud mantienen la moral alta. Según Magali Paret, que está en contacto permanente con ellos, están completamente concentrados en las operaciones más urgentes y no tienen tiempo de reflexionar sobre su situación. Michèle Paret, que se repone de sus recientes problemas de anemia, está totalmente acaparada por la tarea y participa activamente en las maniobras.
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Saludos y buenos vientos
El viernes 14 de junio de 1968 salió de Falmouth el Suhaili, un pequeño queche, con una figura solitaria al timón: Robin Knox-Johnston, de veintinueve años. Diez meses y medio más tarde, un Suhaili oxidado, con la pintura desconchada y las velas rasgadas y marrones, volvió triunfalmente a Falmouth. Robin Knox-Johnston se había convertido en el primer hombre que había circunnavegado el mundo en solitario y sin escalas.
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