El verano en Marstrand no es lo que alguien que vive en el Sur de Europa espera. La temperatura roza apenas los 10 grados y llueve con insistencia. Un pequeño detalle que hace que el trabajo en los Volvo Open 70 no sea muy gratificante.
En el Race Village de Marstrand se echa en falta la presencia de los siempre ocupados equipos de tierra.
La octava etapa de la Volvo Ocean Race tiene consideración de pitstop. Eso significa que no se puede sacar ningún elemento de los barcos, ni subir nada a bordo, y las reparaciones se deben llevar a cabo dentro de ellos, sin herramientas ni materiales de reparación que no hayan estado embarcados previamente a bordo. Esto significa un trabajo extra para las tripulaciones, que se deben de hacer cargo de las reparaciones con lo que llevan a bordo.
Entre los más dañados en la etapa se encuentra el ganador de la etapa – y por tres veces seguidas en las tres ultimas etapas- Ericsson 4. El Ericsson 4 tiene, entre otros trabajos, que reparar la rueda de timón que partieron y la estructura metálica que la protege –debido al duro golpe de arribada que se dieron en la etapa 8- y laminar la zona de popa en estribor. Algo que no es del todo fácil teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas que dominan la zona Oeste de Suecia.
Otro de los que debe realizar pequeñas reparaciones es el Telefónica Negro, que rompió un spi –el A2- durante la etapa y que deberá repararlo. Roturas con las velas también ha tenido el americano Puma –siendo esta una de las razones por las que optaron tácticamente por atacar el lado Oeste del sistema de presión y que les llevó a la segunda posición en la etapa-, y el Ericsson 3.
Los navegantes estudian la ruta y los partes desde dentro de los VO 70 atracados en Marstrand, ya que al igual que los tripulantes de comunicación, no pueden bajar ni incluso los ordenadores a tierra.
No hace falta personal de seguridad en los pantalanes que vigilen el cumplimiento de las reglas. Son los mismos participantes los que vigilan a sus rivales para que nadie meta o saque nada del barco, ni un simple tornillo, ni agua, ni comida... todo tiene que haber sido embarcado antes de la salida de la etapa irlandesa. La mejor seguridad son los rivales.
Y mientras, bajo la incesante lluvia los tripulantes sacan velas a cubierta, arreglas escotas peladas o pelean por disponer como pueden los más de 300 metros de tejido de spi en apenas 10 metros cuadrados.
Pero a los locales no parece amedrentarles el clima “veraniego” de Marstrand y ya desde primera hora de la mañana se está disputando en el puerto un festival de vela, con regatas de 49er, 29er y un Match Race con embarcaciones de 35 pies.
48 horas para la salida de la etapa 9, de Marstrand a Estocolmo, y nadie tiene un respiro.
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Saludos y buenos vientos
El viernes 14 de junio de 1968 salió de Falmouth el Suhaili, un pequeño queche, con una figura solitaria al timón: Robin Knox-Johnston, de veintinueve años. Diez meses y medio más tarde, un Suhaili oxidado, con la pintura desconchada y las velas rasgadas y marrones, volvió triunfalmente a Falmouth. Robin Knox-Johnston se había convertido en el primer hombre que había circunnavegado el mundo en solitario y sin escalas.
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