Alessandro Di Benedetto ha cruzado la línea de llegada de la Vendée Globe a las 15 horas, 36 minutos, 30 segundos, hora española, de este viernes 22 de febrero y ha conseguido la undécima posición de la vuelta al mundo en solitario, sin escalas y sin asistencia. Al finalizar su vuelta al mundo en 26 días más que el vencedor, François Gabart, consigue acabar la regata con la menor diferencia entre el primero y el último de todas las ediciones de esta competición. Su tiempo de regata es de 104 días, 2 horas, 34 minutos, 30 segundos.
Llegada del Team Plastique © Olivier Blanchet/DPPI/VENDEE GLOBE |
Su velocidad media sobre la distancia teórica del recorrido (24.393,41 millas) ha sido de 9,8 nudos. Ha recorrido 28.840 millas sobre el agua, a una velocidad media de 11,5 nudos. Ha llegado a 26 días, 00 horas, 17 minutos, 50 segundos del vencedor, François Gabart, y 5 días, 4 horas, 38 minutos, 20 segundos después del anterior clasificado, Tanguy de Lamotte.
Alegría mediterránea
Un rayo de sol sobre la Vendée Globe. Con su buen humor perpetuo, su contagiosa satisfacción de estar en el mar, su acento cargado de color, Alessandro Di Benedetto ha conquistado el corazón del público. Pero además ha conseguido un resultado deportivo muy notable.
Culpa de Cali
Cuando en julio de 2010 llega a Les Sables d’Olonne tras completar una vuelta al mundo en solitario y sin escalas en una cáscara de nuez de tan solo 6,50 metros de eslora, Alessandro Di Benedetto inmediatamente llama la atención de la pequeña comunidad de regatistas oceánicos de la ciudad.
Alessandro Di Benedetto - Team Plastique © Jean-Martie Liot/ DPPI / VENDEE GLOBE |
Un barco con tres Vendée Globes en su estela
Es también muy lógico que echara el anzuelo sobre el barco que llevó Arnaud Boissières en la Vendée Globe 2008, Sébastien Josse en 2004 y Thomas Coville en 2000. No es el barco más rápido precisamente, pero es relativamente sencillo de llevar. Además, Di Benedetto podrá beneficiarse de los consejos de Boissières. Instalado en Les Sables d’Olonne, el navegante franco-siciliano se convierte en el segundo adoptado por la región, sobre todo teniendo en cuenta que es una empresa muy arraigada en Vendée quien se convierte en su patrocinador. Cuando toma la salida de la Vendée Globe, el pasado 10 de noviembre, Alessandro zarpa un poco a lo desconocido, como prueba el hecho de que cargue avituallamiento para 140 días (ha completado el recorrido en 104).
Pequeñas satisfacciones
La regata de Alessandro Di Benedetto no se puede comparar con la de sus rivales. No solo no dispone de un barco que le permita rivalizar con los otros veleros del pelotón; él tampoco tiene experiencia de regatas oceánicas. Así pues, decide navegar a su ritmo, para ir conociendo poco a poco su barco. Perjudicado además por una gripe contraída antes de la salida, sus primeros días de regata son especialmente difíciles. Pronto se ve relegado a la cola de la flota y tiene que encontrar otras fuertes de motivación para vivir lo mejor posible su vuelta al mundo. A partir de entonces Di Benedetto construye su regata con mucha inteligencia en torno del valor de las pequeñas satisfacciones de la vida diaria.
Un pájaro, una huerta a bordo, crepes
Y así cuenta su vuelta al mundo. Y así explica su encuentro con una garcilla bueyera, las ensaladas que planta en una pequeña huerta que se monta para poder comer verdura fresca, o los platos que cocina. Celebra como se merece cada paso simbólico que supera, con una mención especial para un O Sole Mio antológico al cruzar la longitud del cabo de Leeuwin, el extremo sudoccidental de Australia.
El 17 de enero dobla el cabo de Hornos en el tiempo –con una diferencia de un solo día- de Arnaud Boissières con este mismo barco cuando terminó séptimo en la Vendée Globe 2008-2009.
La felicidad de navegar
El paso del cabo de Hornos permite visualizar de una forma distinta la regata del patrón del Team Plastique. No se ha conformado con alegrar sus citas cotidianas con un buen humor permanente y un optimismo a prueba de dificultades; el navegante ha ido domando poco a poco su barco y ha acabado llevándolo al ritmo propio de un verdadero regatista oceánico. Sufre un buen número de averías, como la pérdida de varias de sus velas de proa o sus problemas con las drizas, que lo obligan a subir varias veces hasta la perilla del mástil. En la remontada del Atlántico, una caída en la bañera tras una trasluchada involuntaria le cuesta la rotura de una costilla. Pero ni siquiera así se queja. Jamás se ha desviado de este buen rollo que da fe de su felicidad de estar navegando.
Al llegar a Les Sables d’Olonne este viernes 22 de febrero, mejora en más de un día el tiempo empleado hace cuatro años por su colega Arnaud Boissières, el mismo que le animó a correr esta Vendée Globe. Seguro que Boissières no se lo tendrá en cuenta, más bien todo lo contrario.
Saludos y buenos vientos.
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