Rivero y Parlier sacan conclusiones positivas de la regata transatlántica.
El 1876 ha terminado la Transat Jacques Vabre. El barco patroneado por Pachi Rivero e Yves Parlier ha finalizado en novena posición una durísima edición de esta regata transatlántica que se disputaba esta vez entre el puerto francés de Le Havre y Puerto Limón, en Costa Rica. El barco español cruzaba la línea de llegada a las 19 horas 37 minutos y 45 segundos hora centroeuropea (12 horas 37 minutos y 45 segundos hora local).
Rivero y Parlier han invertido 19 días, 4 horas, 37 minutos y 45 segundos. Esto significa una velocidad media de 10,26 nudos para el recorrido teórico de 4.730 millas.
A su llegada a un abarrotado Muelle 70 de Puerto Limón, un feliz Pachi Rivero explicaba:
“Esto es fantástico, una gozada. Llegar de estar sólo sin ver a nada ni a nadie, sólo Yves y yo y llegar aquí y ver todo esto es maravilloso”. “Cuando llegas aquí todo se te pasa un poco”, comentaba el cántabro.
En una regata tan dura y habiendo pasado una tormenta que causó estragos en la flota durante la primera semana de competición (4 abandonos), los inevitables daños técnicos pueden marcar la diferencia entre continuar o abandonar, entre un resultado u otro: “Hemos tenido un poco de mala suerte, porque hemos escogido una buena ruta y hemos ido bien, pero las roturas que hemos tenido nos han frenado un poco, sobre todo el tiempo que hemos tardado en repararlas y en poner el barco otra vez a tope para seguir navegando. Esto es lo que nos ha hecho perder los sistemas de viento. Hemos ido llegando tarde al viento. Estábamos peleando por ser quintos o cuartos pero nos ha costado mucho llegar al Canal de la Mona para entrar en el Alisio pero ha sido un poco tarde”, explicaba Rivero.
Ha sido una regata dura, pero con grandes momentos: “Lo mejor de la regata es cuando estás en la rasca, en el mogollón y ves que el barco aguanta y va y que encima vas bien colocado. Eso ha sido lo más bonito. Y navegar por el Caribe, que siempre es navegar en popa con viento, que es una gozada”, contaba Rivero.
“El peor momento fue cuando se nos rompió el piloto. Íbamos con tres rizos y trinqueta y había unos 45 nudos. Rompimos la trinqueta e íbamos a poner el tormentín y en ese momento el barco trasluchó solo cuando estábamos los dos en proa arreglándolo y rompimos cuatro sables. Eso ha sido lo peor de todo, porque hemos tardado mucho en repararlos”.
Sobre su compañero a bordo, Yves Parlier, el patrón cántabro decía: “Yves es maravilloso, un crack. Es una persona excelente. Es él mismo. Es un tipo que navega súper bien, es fácil de convivir con él, y es un maestro y mucho de estar aquí se lo debemos a él”.
“Estoy satisfecho de cómo ha trabajado el equipo”, proseguía Rivero. “El barco ha estado bien. El equipo, tanto nosotros dos como el equipo de tierra hemos estado en contacto todo el tiempo y trabajado muy bien. Hemos llegado aquí, que es lo importante. La posición es importante, pero esto son regatas duras, en las que hay que aguantar y sobre todo hay que llegar. Nuestro barco ha llegado y ahora toca preparar para la siguiente regata, ver todo lo que se puede mejorar y sobre todo estar al cien por cien para la Barcelona World Race.”
Por su parte, Parlier analizaba la regata en los siguientes términos: “Pagamos muy caro nuestro largo descenso por el anticiclón. En ese momento nos hemos visto entorpecidos por los desperfectos en la trinqueta y no hemos podido ir lo suficiente rápido y por eso no hemos podido ir a enganchar los alisios. Ha sido un placer navegar con Pachi, aunque nos hemos pasado mucho tiempo haciendo bricolaje”.
Estoy muy contento de haber terminado esta regata con Pachi, detrás de muchos barcos pero cerca de ellos. No fue fácil porque perdimos la ventana de viento para ir al Sur y alcanzar los alisios. Tuvimos algunos problemas técnicos pero Pachi hizo un magnífico trabajo para mantener el barco andando y estamos contentos de estar aquí porque en los momentos difíciles no estábamos seguros de si acabaríamos la regata”.
“Estoy contento de haber hecho esta regata. Ha sido una buena lucha”, concluía el patrón francés”.
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Saludos y buenos vientos
El viernes 14 de junio de 1968 salió de Falmouth el Suhaili, un pequeño queche, con una figura solitaria al timón: Robin Knox-Johnston, de veintinueve años. Diez meses y medio más tarde, un Suhaili oxidado, con la pintura desconchada y las velas rasgadas y marrones, volvió triunfalmente a Falmouth. Robin Knox-Johnston se había convertido en el primer hombre que había circunnavegado el mundo en solitario y sin escalas.
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